SAN NICOLAS Y SU CRIADO RUPRECHT

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En 1067, unos marineros italianos se apropiaron de los despojos mortales de
San Nicolás, en la antigua ciudad de Mira, en Asía Menor, donde había sido
Obispo y encontrado su muerte. Los restos fueron llevados a Bari donde le
levantaron un templo en su honor, al atribuirle muchos milagros, la mayoría
de ellos ocurridos en el mar, razón por la cual los marineros lo adoptaron
como su santo patrón. Con el tiempo los estudiantes de todas las escuelas de
Europa lo asimilaron como su protector. Esta devoción tiene su origen en un
milagro que se le atribuye. Se afirma que resucitó a tres estudiantes asesinados
por un carnicero sanguinario, en casa del cual se hospedó San Nicolás durante
uno de sus viajes, cuyos cuerpos colocados en toneles habían sido convertidos
en carne salada.

Antiguamente, los estudiantes recibían regalos el 6 de diciembre y a los
cantores y monaguillos se les ofrecían manzanas, nueces y biscochos en las
fiestas decembrinas. No pasó mucho tiempo para que esa costumbre se hiciera
extensiva a todos los niños. La nueva tarea fue encomendada a San Nicolás,
patrón de los estudiantes.

El santo se fue transformando en un anciano de gran barba, que lleva una
capucha con bordes de piel y un abrigo rojo. El viene por los aires con su
trineo y desciende sobre la tierra como una tormenta de nieve para distribuir
regalos. Eso explica que en algunos países se le venere como San Nicolás y en
otros como Papá Noel.

Pero San Nicolás no viene solo; para horror de los niños, viene acompañado
por una persona vestida de negro, cubierta de ropas viejas o pieles. Este sujeto
se conoce como Krampus, Hans Hulf o Bartel. En las famiñias burguesas de
Alemania recibió el nombre de Ruprech , hombre que lleva a la espalda una
bolsa llena de golosinas y también una vara. A los niños que han sido
desobedientes.

Ruprecht les da una paliza con la vara, mientras rezonga, hace
sonar unas cadenas y muestra sus dientes que se destacan en medio de su
negra cara.

Solo o con Ruprecht, con o sin vara, San Nicolás viste de alegría la noche en
que nació Jesús. Este santo bondadoso convierte deseos en muñecas de roja
sonrisa y trencitos de raudo paso y también en lágrimas de desolación y dolor
en aquellos niños para quienes la magia de la navidad se asoma temblorosa, y
casi siempre escurridiza, entre las latas y cartones del hogar que habitan.